Moqueta: El perro detective
Moqueta, el perro detective, era fruto del cruce entre un macho de Pastor de las islas Shetland y una hembra de Collie. Propiedad del matrimonio formado por Benjamin y Nora Aldrich.
Ya desde cachorro demostró ser mucho más inteligente que cualquier otro cánido. En más de una ocasión, los Aldrich lo sorprendieron consultando la sección de sucesos del Times con sumo interés. También se aficionó a la colección de pipas de su amo; su preferida era una de marfil. Solía sentarse a mirar a través de la ventana del salón con la pipa sujeta entre los dientes. Sus vecinos lo encontraban de lo más pintoresco ya que parecía que el animal estuviera fumando.
Moqueta protagonizó numerosas anécdotas a cuál más sorprendente
Un día, al volver a casa, los Aldrich descubrieron que su perro había fregado los platos del desayuno e incluso los había puesto a secar. También aprendió a clasificar el correo y a usar la cuchara de postre para comer sorbete de limón.
Benjamin Aldrich comentó las extraordinarias habilidades de Moqueta con su sobrino, policía en Scotland Yard. Éste creyó que su tío exageraba, pero cuando comprobó por sí mismo que el animal sabía hacer magdalenas en el horno, comprendió que se encontraba ante un animal único en su especie. Puso el asunto en conocimiento de sus superiores y, tras dar muestras de una asombrosa capacidad deductiva, Moqueta fue el primer perro que ingresó en Scotland Yard. Allí trabajó como detective de la división canina durante siete años. Él solo se bastó para recuperar un portafolios robado al embajador francés, desenmascaró a un sirviente de Buckingham Palace que pretendía envenenar a la reina y contribuyó a desarticular una red de apuestas ilegales que organizaba peleas de monos armados con navajas.
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A Moqueta solía acompañarlo en sus correrías Walton, el bulldog de un médico forense. Se decía que mientras Moqueta ponía el cerebro, Walton aportaba los músculos. La prensa se hizo eco de sus hazañas y la fama de la pareja perruna alcanzó cotas insospechadas. Incluso llegaron a ser portada del Times. Entre sus casos más célebres se encuentran: El estibador griego, El collar de la duquesa tartamuda y El misterio de los hombres con bigote.
Se rumorea que sir Arthur Conan Doyle se inspiró en las andanzas de Moqueta para crear a su genial detective Sherlock Holmes
El paralelismo entre Walton y el doctor Watson de la ficción resulta obvio.
Moqueta se convirtió en una seria amenaza para la sociedad criminal de Londres. Los jefes del hampa trataron de acabar con la vida del perro que estaba llevando sus negocios a la ruina; por fortuna, logró sobrevivir a una ración de croquetas envenenadas y a un artefacto explosivo que desactivó con gran pericia. El líder del principal clan de los bajos fondos, desesperado, contrató los servicios de la peligrosa pareja formada por Henry Culver, El trampero loco, y Otis, su castor asesino. El siniestro dúo tendió una emboscada a Moqueta a las afueras de la ciudad; si consiguió sobrevivir fue gracias a su dominio de las artes marciales. Este hecho, unido a la grave enfermedad que padecía su ama, lo empujaron a retirarse de la vida activa.
Moqueta regresó a Southampton y cuidó de Nora Aldrich hasta su muerte. Después permaneció junto a su amo que encontró un gran consuelo en su compañía. Envejecieron juntos hasta que, una tarde de agosto, partieron de este mundo con tan solo unas horas de diferencia.
Hoy, casi siglo y medio después, hay quien afirma haber pasado por delante de la antigua residencia de los Aldrich y ver asomado a la ventana a un perro que fuma en pipa.
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Para Lucas, que ha hecho tan felices a mis queridos Pepa y Juan
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