El integrismo en la comedia…
Hace más de una década, cuando Paramount Comedy había iniciado el proceso que la llevaría a convertirse en Comedy Central, el canal hizo un esfuerzo notable para traer al prestigioso Robert McKee.
Juan Solo Cómico – Integrismo en la comedia – Robert McKee – Teatro Zorrilla – Yo no quiero líos – Comedy Central – Paramount Comedy
El famoso profesor de guion impartió un seminario sobre comedia y stand up que fue toda una revelación para los que tuvimos la suerte de asistir a él
McKee admitió con sinceridad que el nivel de nuestra comedia le había sorprendido. Habíamos logrado avanzar en cuestión de una década lo que en Estados Unidos les llevó casi medio siglo. También es cierto, y no pretendo restarnos méritos, que resulta mucho más difícil abrir una senda nueva que transitar los pasos que otros han recorrido antes.
Abordó problemas que ya habían surgido en la corta andadura del stand up en España y otros que estaban por llegar. La mayoría creímos que se equivocaba, que nosotros éramos demasiado listos para caer en esos errores.
Pues bien, McKee tenía razón
Nos alertó, por ejemplo, del “integrismo” que llegaría al mundo del stand up como parte de su evolución: cómicos que creerían que la única comedia digna era la que ellos hacían, se considerarían puristas del formato, y perseguirían y despreciarían a todos aquellos que se alejaran de ese estilo. Hace doce años esto era impensable; ahora, una realidad.
Hay cómicos para los que la única comedia válida es la que proviene de Estados Unidos. Y no toda. Imitan su lenguaje e incluso su cadencia a la hora de hablar, algo bastante extraño ya que el inglés y el castellano son antagónicos en cuanto a musicalidad.
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Admiro a muchos cómicos americanos, he aprendido mucho de ellos y son una referencia obligada, pero no la única
También los hay que intentan sentar cátedra sobre los temas que se deben o no se deben tratar, tachando de frívolos o irrelevantes aquellos que no les interesan. Resulta chocante que un profesional de la comedia considere “frívolo” hablar de algo.
He llegado a escuchar afirmaciones como que “el cómico que no habla de política no es cómico”. Es tan absurdo como plantear que no es digno de llamarse pintor aquel que no pinte bodegones.
También he oído con estupor que el cómico no debe buscar la risa sino la agitación. Quizá sea una excusa para justificar que su público no se ría. Esto también me parece muy humano.
Cuando empezamos en esto, todos buscamos justificaciones externas para una realidad dramática: nuestro material no funciona
Es mucho más llevadero para nuestro ego que admitir que no has trabajado lo suficiente y sentarte a reescribir.
El formato también es motivo de cierta polémica. Se rechaza aquello que no se practica cuando, en realidad, el auténtico valor de la comedia está en su variedad.
Ahora hay una corriente de cómicos que se inspiran en el antiguo vodevil: basan su show en hablar con los espectadores todo el tiempo, plantearles preguntas incómodas y responder con ingenio a lo que les contestan. A menudo faltándoles al respeto. A su público le parece bien porque ha ido a eso. Quizá sin saberlo, estos cómicos sean dignos herederos de la cupletista Olga Ramos o del portentoso Moncho Borrajo.
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En general, noto cierta falta de permisividad hacia el trabajo de los demás y me parece lógico hasta cierto punto, ya que los cómicos somos el reflejo de la sociedad en la que vivimos, en la que reina la intransigencia y envenena nuestro día a día.
Me quedo con una reflexión de Robert McKee:
“Si la gente se ríe contigo, lo que haces es comedia. Si no se ríe, no. Es otra cosa. Nadie dice que esté mal, pero no es comedia. Si tu propósito es cambiar la sociedad quizá debas fundar un partido político o una secta. Es fantástico que denuncies la injusticia: si consigues hacerlo entre risas, es comedia. Si no, es un mitin. El único deber que tiene un cómico es el de hacer reír”.
Ese fue el motivo por el que decidí escribir un espectáculo como “YO NO QUIERO LÍOS”. Mi única pretensión es hacer reír al público y conseguir que salga más feliz de lo que entró.
El próximo 1 de octubre podréis verme en el Teatro Zorrilla de Valladolid. Ya me diréis si lo consigo.
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