Hay tradiciones que nunca fallan por estas fechas: la lotería le ha vuelto a tocar a otra persona que conoces pero no a ti. Has comido y bebido más de la cuenta y durante un par de días te has sentido como un cocodrilo que acaba de zamparse un ñu. Aunque te propusiste no hacerlo, acabaste discutiendo de política en Nochebuena. El móvil se te ha llenado de chorradas reenviadas; y, por supuesto, los medios de comunicación te han preparado un resumen de todas las desgracias del año que acaba, por si se te había ocurrido empezar a pasar página.
Hay otra tradición que me dejaba en el tintero
Fijarse propósitos inabordables para el nuevo año. No voy a poner ejemplos de ello, por si aún tienes esperanzas de cumplir los tuyos. 😉
Tampoco voy a desearte que seas feliz en 2024. No porque me haya vuelto un ser malvado y despreciable sino porque he llegado a la conclusión de que ayuda poco. A estas alturas de la película, creo que todos estamos de acuerdo en que la Felicidad, con mayúscula, es un estado transitorio: conseguimos ser felices en determinados momentos de nuestras vidas, desde luego, pero los problemas del día a día acaban llamando a la puerta y nos devuelven a la realidad. Cuanto más no esforzamos en ser felices, más nos alejamos de nuestro objetivo, lo que nos genera una considerable dosis de ansiedad. Esto es aplicable a cualquier ámbito de nuestras vidas; el personal y el profesional.
Por casualidad, me topé con una cita de un escritor estadounidense del siglo XIX, Henry David Thoreau; el bueno de Henry fue agrimensor, naturalista, conferenciante y fabricante de lápices, además de filósofo y poeta.
En una ocasión dijo:
“La felicidad es como una mariposa; cuanto más la persigas, más te eludirá, pero si prestas atención a otras cosas, vendrá y se sentará suavemente en tu hombro”.
No puedo estar más de acuerdo. Si piensas en los momentos de mayor felicidad de tu vida, seguro que muchos de ellos llegaron de manera inesperada. Cuando estamos en paz con nosotros mismos, dejamos de perseguir a la mariposa y la mariposa viene a nosotros.
Creo firmemente en esto: así que, para 2024, te deseo calma y serenidad para afrontar lo que venga. Habrá cosas buenas y malas, como siempre, pero seguro que, cuando menos lo esperes, te darás cuenta de que estás siendo feliz.
