Feliz Navidad 2016…
Me vas a permitir que te felicite la Navidad, ya seas de los que adoran estas fiestas, las aborrecen o simplemente las ignoran.
Y te pido permiso porque, de un tiempo a esta parte, parece que hagamos lo que hagamos, digamos lo que digamos, pensemos lo que nos atrevamos a pensar, encontraremos a alguien dispuesto a ofenderse por ello.
A mí me gusta la Navidad
Los hay que opinan que es una época de hipocresía en la que nos transformamos en mejores personas por unas cuantas horas y después regresamos a nuestra habitual actitud egoísta tras la que nos parapetamos, para abstraernos del sufrimiento ajeno.
Sí, estoy de acuerdo en que todos deberíamos esforzarnos en ser mejores, no solo unos cuantos días al año.
Pero déjame que te plantee una duda: si tu hijo siempre saca unas notas espantosas y, en una evaluación, aparece con un par de suficientes raspados en asignaturas que solía suspender, ¿te ilusionas con ese pequeño cambio y le animas para que siga esforzándose o vuelves a castigarle por sus fracasos? Si eres de los primeros, entonces entenderás que, aunque la Navidad solo suponga un pequeño cambio, confío en que le suceda uno aún mayor.
No he perdido la esperanza en el ser humano, porque los hay malos, muy malos, pero también hay muchas personas maravillosas que hacen que todo merezca la pena.
Ha sido un año muy duro y, en algunos casos, terrible. Las cuentas no acaban de salirnos, el futuro no es nada esperanzador y las mesas de alguno de vosotros faltará algún ser querido. Es ley de vida. Nadie dijo que esto fuera fácil. Pero el mundo no deja de girar y los corazones padecen y sanan. Quedan aquí muchas personas felices de que tú seas como eres.
Aunque quizá no te des cuenta.
Abre bien los ojos y trata de encontrar el lado bueno de las cosas; no empleo la palabra “buscar” sino “encontrar”. Parece lo mismo pero, para mí, no lo es. Casi todas tienen su aspecto positivo; por desgracia, a veces nos negamos a hallárselo. Es mejor sufrir…
¿Es mejor?
A mí siempre me ha motivado procurar hacer felices a quienes me rodean. Hasta hace poco disponía de un vehículo idóneo para ello: la comedia. De un tiempo a esta parte también lo he logrado con mis novelas policíacas. ¿Quién me lo iba a decir hace cuatro años…?
Yo también tengo mis malos momentos, como todos: esos en los que me siento tentado a creer que el mundo gira en torno a mi persona y que el universo ha conspirado para ponérmelo todo más difícil. Pero también podría pensar que la vida me ha hecho un regalo y que, bajo algún árbol de Navidad, habrá alguno de estos tres libros. Y lo que es mucho mejor aún: que alguien los recibirá con ilusión. Desde el momento en que empiece a leerlos, se establecerá una conexión entre esa persona y yo. Sabrá lo que pienso y compartirá mi viaje a través de sus páginas, codo con codo. Con su imaginación viajará a los lugares que le propongo y podrá poner cara a aquellos personajes que nacieron, una madrugada, ante mi ordenador.
Y quizá consiga emocionarle con mis palabras.
¿Puedo pedir más milagro que ese?
¡FELIZ NAVIDAD 2016!