Espinete no existe

Espinete no existe.

¿O debo decir que sí?

Lo cierto es que he tenido la oportunidad de conocerle, en persona. Fue un encuentro breve, pero intenso. Como muchos de vosotros sabréis, seis cómicos que comenzamos nuestra carrera en los orígenes del antiguo canal Paramount Comedy  decidimos montar un espectáculo distinto, loco y necesario: Comikazes. Nos juntamos para probar textos nuevos y experimentar distintas formas de humor en el Beer Station de Madrid, todos los martes que no hay Champions League porque, como aclaramos siempre: somos cómicos pero no imbéciles.

No siempre estamos todos, por culpa de diferentes compromisos laborales, pero sí la mayoría de nosotros: Iñaki Urrutia, Flipy, Don Mauro, Alfredo Díaz, JJ Vaquero y un servidor, Juan Solo.  A veces contamos con la visita de un cómico sorpresa pero nunca revelamos su identidad antes de la actuación precisamente por eso; porque es una sorpresa.

 

Hace un par de semanas contamos con un invitado muy especial en  nuestro show: Espinete. Sí, el erizo rosa, el que va desnudo y se pone pijama para dormir. Ese que ha unido su destino al de Eduardo Aldán.

La productora 100 balas estaba rodando un documental sobre su vida y obras: Espinete no existe. Una de las escenas se desarrollaba en un club como el Beer Station y pensaron que sería muy apropiado que el erizo gigante visitara a los Comikazes en una pirueta espacio temporal. Me pidieron que ejerciera de maestro de ceremonias y presentador para la ocasión así que me colocaron un traje infame de los años 80’s con el que parecía un cantante de cruceros. Como actor del método que soy, adorné mi presentación con vocabulario ochentero del tipo: a tope, colega y me mola tu rollo.  Me lo pasé en grande.  Es lo bueno de esta profesión. Eso y el sudor, que te limpia los poros. Porque debajo de los focos se suda mucho, créeme.

En un parón del rodaje aproveché a sacarme la foto de rigor con Espinete; esa que todos anhelábamos.

El público, que no sabía qué iba a ocurrir, alucinó (o quizá fuera más apropiado decir flipó en colores) cuando vio a  la estrella televisiva de los ochenta sobre el escenario. Me refiero al erizo.

Espinete actuó con nosotros, como uno más, y probó texto. El resultado ya lo veréis en televisión.

Cuando acabó la grabación, los asistentes se abalanzaron (no exagero) sobre el escenario para conseguir un selfie con Espinete, su ídolo de la infancia. Sus caras estaban radiantes de ilusión: habían crecido con Espinete y les parecía un sueño haberse encontrado con él así, de forma inesperada. Se sentían felices. Esa es la palabra que mejor podría definir la emoción que reflejaban sus rostros: felicidad.

Todos nos sentimos transportados a nuestra niñez, aquella época maravillosa en la que los problemas no eran tales y nuestras únicas preocupaciones consistían en que nuestra abuela no se hubiera olvidado el bocadillo de salchichón o de Nocilla cuando venía a recogernos a la salida del colegio, o conseguir que nuestros padres nos dejaran quedarnos levantados hasta que acabara el 1, 2, 3 responda otra vez.

A veces, cuando alguien quiere criticarme, me acusa de ser aún un poco infantil.

—¿Solo un poco?— pregunto, desilusionado.

Se vivía bien siendo niño. Espinete nos lo recordó a todos. En la madrugada del domingo 20 de noviembre al lunes 21, a las 00:05 horas, se estrenará en TVE1 Espinete no existe. Yo no pienso perdérmelo y tú, si aún sigues soñando despierto, tampoco deberías hacerlo.