Cuando reír es la opción…
Algunos de vosotros llevabais tiempo pidiéndome que escribiera algo para la página. Yo siempre encontraba excusas para no hacerlo. Y no entendía por qué.
Ahora sí.
No me apetecía. No tenía ganas. Estaba desanimado y, en el fondo, harto de todo.
¿A ti también te ha ocurrido? Pues prepárate; no tengo ninguna solución mágica. Este no es uno de esos artículos en los que el autor dice: me encontraba igual que tú, pero desde que he empezado a hacer yoga y a tomar zumo de puerros, todo me va mucho mejor.
No, esto va de otra cosa
Los que somos autónomos vivimos en un mundo difícil y hostil. Los demás nos miran con cierta extrañeza. Mi primera novela, El hombre sin brazos, trataba de un tipo al que condenaban al destierro en su trabajo. Se sentía como el hombre sin brazos que encontraba pidiendo todos los días en un semáforo, camino de su casa: los conductores apartaban la vista en una mezcla de horror y compasión, y en cuanto la luz se ponía en verde, pisaban a fondo el acelerador para dejarlo atrás y borrarlo de sus conciencias.
Si además te dedicas a actuar para el público, la sensación de incertidumbre durante el último año y medio se ha multiplicado por… ¿diez? ¿cien?… Dependes de que la gente venga a verte a un recinto cerrado: para eso, debe perder el miedo a meterse en una sala con otras personas. Aunque se hayan ido levantando las restricciones de manera gradual, muchos siguieron sin querer entrar. No se fiaban. Es respetable. No deja de ser curioso que los bares estuvieran abarrotados, y no me refiero solo a las terrazas; de alguna manera el ciudadano medio sentía más confianza comiendo, bebiendo y hablando en voz alta que sentado en una butaca, en un entorno seguro y con la mascarilla puesta.
Así somos y así hay que aceptarnos. Por poco que nos guste no vamos a cambiar a nadie
Las noticias que nos llegan estos últimos días no son halagüeñas, desde luego. Pero, ¿no te has dado cuenta de que nunca lo son? De un tiempo a esta parte el periodismo se ha vuelto agorero y catastrofista. He visto cómo científicos y epidemiólogos reprendían en directo a sus entrevistadores por la falta de rigor a la hora de informar. Ya lo dijo Michael Moore en su maravillosa Bowling for Columbine: el miedo vende, hace que estemos pegados al televisor; las buenas noticias nos invitan a relajarnos y a derivar nuestra atención hacia otros temas. Esto se traduce en una pérdida de audiencia. ¿Recuerdas que cuando los datos de la pandemia eran optimistas, solo se hablaba del volcán? Eso sí, el día que ómicron entró en nuestros televisores, el Cumbre Vieja perdió la partida y quedó relegado a los minutos de la basura. Así funciona la maquinaria. Si hiciéramos caso de lo que dicen en algunos informativos, ya nos habríamos extinguido al menos dos veces en lo que va de año.
2021 ha sido duro para mí
No entiendo a quien dice que la pandemia no le ha afectado; ¿no hay miseria y dolor a tu alrededor? ¿Solo importas tú? Aunque a ti te vaya bien, ¿puedes dormir tranquilo ante la desesperación que te rodea?
El último tercio del año me ha puesto a prueba. He sido víctima de alguna decisión injusta; no porque yo las considere así, sino porque quienes las han tomado no han tenido problema en admitirlo. Pero es lo que toca. Tiempos difíciles. Vaya consuelo, ¿eh? ¿Soy el único en esta situación? Ni pensarlo. Seguro que muchos de los que estáis leyendo esto, habéis sufrido algo parecido en vuestras carnes. No queda más remedio que apretar los dientes y seguir adelante.
Nunca me he considerado una persona débil ni tampoco un titán, pero este último tramo del año se me ha hecho cuesta arriba; si lo he podido sobrellevar ha sido gracias al amor de mi mujer y de mi familia, al cariño de mis amigos, y a esas otras buenas personas que intervienen en tu vida de manera tangencial pero que, de vez en cuando, aportan la solidez que necesitas para que tu barco no navegue a la deriva.
A todos ellos, gracias
Supongo que tú también tienes una larga lista de personas que han estado ahí. Es un buen momento para decirles cuánto te han ayudado.
Cuando reír es la opción – Cómico y autónomo – Juan Solo
Necesitamos a los demás más que nunca. Tenemos suerte de vivir en un país como España. En otras sociedades que se consideran más avanzadas (no digo que lo sean, pero ellos se ven así), sus mayores están solos, la gente desfavorecida no cuenta apenas con ayudas, y el concepto de amistad o de grupo no está tan enraizado como en nuestra “primitiva” cultura mediterránea; la conclusión es que, en esos lugares, mucha gente se apaga en la más absoluta soledad.
He aprendido una lección; quienes nos dedicamos a mi oficio debemos tener una fortaleza y una entereza sobrehumanas. La sociedad nos necesita y nos ignora por igual. Somos raros, peculiares, excéntricos. Nos toca estar siempre felices porque esa es la etiqueta que nos han puesto. El dolor y la angustia no nos cuadran, aunque sean muy reales y, dependiendo de las circunstancias de cada uno, incluso devastadores. Debemos ser fuertes y resistir. El ser humano es un luchador. Por eso ha llegado hasta aquí. Ese es el motivo por el que superaremos esta pandemia y las que vengan detrás. Y esa es la razón por la que, cuando esto acabe, muchos descubrirán que sigue habiendo cómicos para hacerlos felices.
Seamos fuertes y resistamos. Hacedlo por vosotros y por los que nos aman. Ellos son la razón de todo
Lo demás es accesorio.