Siempre por estas fechas, los medios de comunicación nos “sorprenden” con un fascinante resumen de los principales acontecimientos del año. Es barato, fácil de producir y suele provocar el efecto deseado; que nos quedemos pegados frente al televisor con expresión de “¿¡Ya ha pasado un año?!”
Nunca me han gustado. Me aburren. Prefiero centrarme en lo que está por venir. ¿No te has parado a pensar por qué se llama así, porvenir?
Quizá te hayas propuesto un montón de cosas para 2016: dejar de fumar, empezar a salir a correr por las mañanas, ordenar la ropa de tu armario, ponerte en serio con la novela que llevas escribiendo desde hace cuatro años… Es lo habitual; yo también acostumbraba a hacerlo. ¿Y sabes qué? Jamás lo conseguía. Por algún motivo u otro fracasaba en el intento y, en algún caso, incluso llegaba a provocarme auténtico malestar. Hasta que di con la clave. Y lo hice yo solito; ni encontré la respuesta en uno de esos libros de autoayuda escritos más por sacar dinero que por ayudar, ni en la moraleja de un cuento, ni en la consulta de un psicólogo. Di con la llave que abría todas las puertas y, lo más curioso de todo, sin buscarla. Y ahora estoy dispuesto a compartirla contigo. Escucha con atención; si no quieres fracasar en tus propósitos para este año nuevo, lo mejor es que no te propongas nada. Así de simple.
Si necesitas marcarte fechas en el calendario es que no tienes la suficiente fuerza de voluntad para lograr la meta que te has propuesto. Siento ser así de sincero pero es lo que pienso. ¿Quieres dejar de fumar? Perfecto. ¿Y por qué debes esperar al uno de enero? ¿Qué tiene ese día que no tenga hoy? Nada. Si de verdad quieres dejar de fumar, coge ahora mismo tu paquete de tabaco y tíralo a la basura. Ahora. ¿No puedes hacerlo? Entonces tampoco podrás a partir del día uno. Creer que una marca en el calendario te infundirá el valor que necesitas es tan ingenuo como pensar que si dejas tus zapatos sucios a la puerta de la habitación, los duendes los limpiarán durante la noche.
El impulso para operar cambios en tu vida solo puede provenir de tu fuerza de voluntad. Conozco a una persona que dejó de fumar porque se propuso ahorrar; ya lleva ocho años sin dar una sola calada. ¿Qué irá a comprarse? No lo sé pero halló la determinación que necesitaba. Muchas personas comienzan dietas milagrosas que les permiten perder peso en tiempo record. Lo único que consiguen es maltratar su cuerpo. Empieza a comer menos. Ya. No podrás lograrlo sin sacrificio. “Es que no tomarme una cervecita de vez en cuando…” Entonces, tómatela. ¿Por qué vas a sufrir? Come, bebe y disfruta pero después sé consecuente y no te quejes si no cabes dentro de tus pantalones; cómprate una talla más y tan feliz. ¿Cuántas personas conocemos que se han apuntado a un gimnasio en enero? ¿Cuántos han ido con regularidad? O debería preguntar, ¿cuántos han ido? ¿Por qué te cobran toda la anualidad? Porque saben positivamente que, en la mayoría de los casos, no vas a ir. El que quiere apuntarse a un gimnasio no espera a ninguna fecha determinada para hacerlo; se acerca, pregunta y paga la cuota si le interesa. Lo mismo es aplicable a la enseñanza de un idioma. Mi consejo es que desconfíes de aquellos métodos que te exigen, para empezar, comprar toda una colección de libros que podrás ir pagando en cómodos plazos. Tanto en un caso como en otro se rigen por la misma norma: el dinero, por adelantado. Luego, si te rajas, es cosa tuya.
No les des ese gustazo. Te hablo así porque he picado varias veces. Desde hace unos años ya no me propongo nada por estas fechas; si quiero hacer algo, lo hago cuando creo que debo. Si no, no. Pero no busco soluciones mágicas. Mi hada madrina sigue sin visitarme y, ¿sabes qué? Soy mucho más feliz.
FELIZ 2016