Bienvenido a tu casa – juansolo.es…
Si abres mi armario podrás encontrar más de setenta camisetas (las he contado hace un rato); hay siete de la serie House (tres de ellas iguales), una en la que promocionaba mi espectáculo de teatro Solo en casa, más de quince con diferentes motivos de Star Wars (tres de ellas conmemorativas del lanzamiento del Episodio I, La amenaza fantasma), e incluso, remontándome aún más en el tiempo, he hallado una joya que celebraba el anillo de la NBA que Los Angeles Lakers ganaron frente a los Boston Celtics en 1987 (el año en que el Boston Garden enmudeció con un baby-hook de Magic). Y lo mejor de todo, están en perfecto estado. O casi. No tiendo a acumular cosas, salvo que tengan un valor sentimental para mí. El problema es que acabo cogiéndole cariño a casi todo.
Como no soy consejero de un banco ni de una compañía hidroeléctrica, vivo en una casa sencilla y el espacio del que dispongo es limitado. La física no engaña y la economía doméstica, tampoco; como no me desprendo de casi nada, no necesito comprar mucho. Esto es algo que no me causa ningún problema; soy de esas personas que solo reponen una camisa cuando la vieja se cae a trozos, para desesperación de mi novia.
Lo mismo me ocurría con mi página Web. Había llegado a convertirse en una especie de apéndice oxidado de mi persona al que prestaba muy poca atención. Era como un primo en Ciudad Real al que no ves desde tu Comunión; sabes que cuando quieras puedes hacerle una visita pero nunca encuentras tiempo. Buenos amigos como Toni Garrido me aconsejaron que no siguiera viviendo de espaldas al mundo pero la idea de invertir unas horas en remodelar mi página me daba una pereza tremenda. No lo veía una necesidad urgente. Sencillamente, aún podía seguir tirando con lo que tenía.
Hasta que dejó de ser así. Publiqué mi segunda novela, Una muerte improvisada, y el flujo de correspondencia y de interacciones con lectores y seguidores se multiplicó. Comencé a sentir cierto pudor cuando alguien visitaba mi página; lo más actual que podía encontrar era una foto de Pau Gasol sujetando en sus manos mi primera novela, El hombre sin brazos.
Y una buena mañana decidí, de golpe, que debía renovarme o morir. Preferí renovarme, claro. Consulté a profesionales cualificados y me aconsejaron que no perdiera tiempo saneando lo que tenía y comenzara desde cero. Se me vino el mundo encima, como cuando llamas al fontanero porque te gotea la cisterna del váter y acabas cambiando el sanitario, la ducha y toda la grifería. Nunca he sido un manitas de la informática, pero me gusta aprender cosas nuevas; cuando un nuevo artilugio llega a mis manos, me leo el manual de instrucciones para comprender cómo funciona. Es más, lo subrayo.
Me puse manos a la obra y, con la ayuda de muy buenos profesionales en la materia, así es como ha nacido esta página Web: juansolo.es.
Prometo mantenerla puntualmente actualizada. He invertido demasiado como para dejarla enmohecer por desidia. Confío en que se convierta en una herramienta ágil y útil que nos permita estar en contacto. Sentíos como en vuestra casa y navegad por ella con total libertad. Echadle un vistazo.
Espero que os guste.
Juan Solo